¿QUÉ HACER CUANDO FALLAN LOS FRENOS DE DISCO?
Sin lugar a dudas, los frenos de discos son muy populares en varias modalidades ciclísticas, sin embargo, debido al uso es lógico que se desgasten, llegando a afectar la potencia y seguridad del ciclista durante el entrenamiento. ¿Cómo manejar esta situación?
Fallas más frecuentes.
- Los roces se producen en ocasiones porque el rotor se deforma por un golpe o por exceso de calor. Por eso, revisa si está curvado, gira la rueda y mira por medio del calibrador si el rotor se mueve de forma ondulada; si es así, está deformado y debería reemplazarse ya.
- Desvanecimiento en bajadas. En ocasiones se tiene una sensación de desvanecimiento en descensos largos, y esto se debe a burbujas en la línea o a líquido contaminado. Cuando sucede esto, la solución es purgar la línea de frenos reemplazándolo con un líquido nuevo. Esto debería hacerse al menos cada 6 meses, a menos que se requiera una reparación un poco más especializada.
- Si el rotor de la bici no gira y hace un chirrido o frotamiento, es posible que la pinza de disco de freno estén desalineadas. Debes aflojar los pernos que sujetan la pinza al marco o al tenedor y tirar la palanca de freno para que sujete la pinza al rotor. Mantén presionada la palanca de freno para mantener la pinza en su lugar y aprieta el perno para ajustarlo.
- Chillidos al frenar. Con frecuencia sucede cuando las pastillas y los rotores están contaminadas y necesitan limpieza. Para ello, separa la rueda y usa un poco de alcohol en un trapo limpio y guantes desechables de látex, para limpiar el rotor y las pastillas. Deja que estas se sequen por completo antes de instalarlas de nuevo.
- Pérdida de potencia. Esta falla ocurre cuando las pastillas se recalientan y se fatigan. Una solución efectiva es, descansar brevemente para que los frenos recalentados vuelvan a recuperar su temperatura normal y evitar las frenadas demasiado prolongadas, lo cual hacen un roce continuo entre pastillas y disco.
- Pastillas cristalizadas. Lo causan las frenadas suaves repetidas en donde se produce muy poca abrasión en las pastillas. Los poros se obstruyen y se forma una capa reluciente que puede eliminarse con papel de lija.
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Hay dos estilos de disco de freno, los mecánicos y los hidráulicos. Los primeros, tienen las palancas de freno unidas a unos cables que activan el frenado y los segundos, reemplazan los cables con fluido hidráulico en una línea sellada que con la presión del frenado, impulsa a moverse dentro de una pinza que presiona las almohadillas contra el disco.
En algunas ocasiones, será mejor cambiar los discos debido a desgastes que debilitan la potencia de frenado o malformaciones que ponen en riesgo tu seguridad. Si llevas mucho tiempo con los mismos discos y nunca has revisado su estado, es mejor que identifiques posibles daños serios. Estos son los síntomas más comunes de que ya no hay nada que hacer con el disco, pues su deterioro es un hecho; la mejor opción, es cambiarlo por uno nuevo.
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- Pérdida del grosor. El grosor recomendado de un disco para que frene correctamente, es entre 1.8 y 2 mm. Para saber si el disco ha disminuido su grosor, observa la textura de la superficie del disco con detalle. En la zona de los radios se forma un escalón con respecto a la parte central del disco, debido a la fricción entre la superficie del disco y las pastillas de freno. Con el tiempo, los discos pierden al menos 1 mm. gracias a su uso y sobrecalentamiento, por ello, es necesario cambiarlos por unos nuevos.
- El sobrecalentamiento y los golpes fuertes hacen que el disco se deforme causando deficiencia en el frenando, pérdida de rendimiento y rozamiento constante con las pastillas de freno. Todo esto junto, se traduce en ruidos y chillidos molestos cada vez que la llanta va rodando, causando deformación excesiva en algunos casos; si es así, definitivamente instala un disco nuevo.
- Cambio de color. Cuando lucen de un color distinto es síntoma de que los discos se han quemado progresivamente debido al calentamiento. Esto hace que algunas zonas del disco se pongan más oscuras y se pierda la potencia al frenar, hayan chillidos y en casos extremos, se desintegre. Para no llegar a esta situación, es importante limpiar el disco de freno con frecuencia.
- En la fricción entre las pastillas de freno y el disco, se forman rayones en la superficie. Para evitarlos, es importante que las gomas que se instalan en las pastillas estén en perfecto estado.
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Como ves, solo es cuestión de estar pendiente de estos aspectos y saber reconocer las señales que indican que algo comienza a fallar. Sencillamente, mantente siempre pendiente de tu bici para que su vida útil sea realmente larga.